Oración 24-7
8 Mins. lectura
Parte 17 de 46
Hoy es sábado, 19 de marzo, y esta semana estamos meditando en los acontecimientos que tuvieron lugar el día antes de la crucifixión de Jesús, según los narra el libro de Mateo.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieto; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Jesús, Tú eres el camino, la verdad y la vida. A través de esta época de Cuaresma, mientras medito en tu Santa Pasión, que mi amor sea reavivado, para que pueda vivir sacrificada y enteramente para Ti.
Hoy me uno al clamor ancestral de todo el pueblo de Dios haciendo eco del anhelo y el lamento del Salmo 88…
Oh Señor, Dios de mi salvación,
Salmo 88:1-3 (NTV)
a ti clamo de día.
A ti vengo de noche.
Oye ahora mi oración;
escucha mi clamor.
Mi vida está llena de dificultades,
y la muerte se acerca.
En el jardín de Getsemaní Jesús había llevado a sus amigos, Pedro, Santiago y Juan para que estuvieran cerca mientras Él luchaba en oración a solas. Hoy, reflexiono sobre lo que Jesús encontró cuando volvió con ellos…
Luego volvió adonde estaban sus discípulos y los encontró dormidos. «¿No pudisteis permanecer despiertos conmigo ni una hora? —le dijo a Pedro—. Estad alerta y orad para no caer en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil». Por segunda vez se retiró y oró: «Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad».
Mateo 26:40-42 (NVI CST)
Conozco la historia de los discípulos en Getsemaní porque la repito en mi propia vida casi todos los días. Mi espíritu está dispuesto a ser fiel a Cristo, a ser amable con la gente, a hablar y a llevar las buenas noticias dondequiera que vaya; pero con mucha frecuencia mi carne es débil.
El apóstol Pablo compartió la misma lucha. ‘Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago’, escribió. ‘No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago’. (Romanos 7:19, NTV)
¿Qué bien he querido hacer, pero no lo he hecho? ¿Qué mal he hecho, aunque no haya querido?
Jesús les preguntó a sus discípulos: ‘¿No podéis velar y orar conmigo?’ ¿Hay alguien por quien Jesús me pide que “vele y ore” en este momento?
Mientras les nombro ante ti, Señor, te pido que me des fuerzas para orar con perseverancia hasta que ocurra algo.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.
Luego volvió adonde estaban sus discípulos y los encontró dormidos. «¿No pudisteis permanecer despiertos conmigo ni una hora? —le dijo a Pedro—. Estad alerta y orad para no caer en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil». Por segunda vez se retiró y oró: «Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad».
Mateo 26:40-42 (NVI CST)
Jesús sabía que estaba a punto de morir. Como su seguidor, es posible que también sufra penalidades. Puedo sufrir, y un día moriré. Y sin embargo, como dice el apóstol Pablo: No me ‘entristezco como la gente que no tiene esperanza’. (1 Tesalonicenses 4:13b, NTV)
Mi dolor se ve atenuado por la esperanza porque, como dijo C.S. Lewis, en las Crónicas de Narnia: ‘La muerte es solo el comienzo de la historia real… la Gran Historia, que nadie en la tierra ha leído: que continúa por siempre: en la que cada capítulo es mejor que el anterior’.*
Jesús: a veces me resulta difícil mirar más allá de mis circunstancias actuales, especialmente cuando la vida es difícil, y aun así recordar la esperanza que me espera en los capítulos venideros. Ayúdame a fijar mis ojos en ti y a seguirte.
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama, dice en Juan 10:
‘Les doy vida eterna, y nunca perecerán. Nadie puede quitármelas, porque mi Padre me las ha dado, y él es más poderoso que todos’.
Juan 10:28-29a (NTV)
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
*C.S. Lewis, La última batalla, Las crónicas de Narnia.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
9 Mins.
Lectio 365
7 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
7 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
7 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
7 Mins.
LECTIO 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
9 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio365
7 Mins.
Lectio365
8 Mins.
Lectio365
8 Mins.
Lectio365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.
Lectio 365
8 Mins.