Oración 24-7
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Parte 33 de 46
Hoy es lunes, 4 de abril y esta semana continuamos nuestra serie de Cuaresma, meditando en el viaje de Jesús a la cruz. Juntos estamos meditando en el relato de La Pasión según lo narra el evangelio de Mateo y preparando nuestros corazones para la Pascua.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieta; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Jesús, Tú eres el camino, la verdad y la vida. A través de esta época de Cuaresma, mientras medito en tu Santa Pasión, que mi amor sea reavivado, para que pueda vivir sacrificada y enteramente para Ti.
Hoy escojo regocijarme en la justicia de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 9…
Pero el Señor reina para siempre;
Salmo 9:7-9 (NTV)
desde su trono lleva a cabo el juicio.
Juzgará al mundo con justicia
y gobernará a las naciones con imparcialidad.
El Señor es un refugio para los oprimidos,
un lugar seguro en tiempos difíciles.
Jesús ha sido traicionado por uno de sus discípulos, arrestado y acusado falsamente por los líderes judíos, y ahora está siendo juzgado ante un gobernante romano en Jerusalén…
Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y este le preguntó:
Mateo 27:11-14 (NVI CST)
―¿Eres tú el rey de los judíos?
―Tú lo dices —respondió Jesús.
Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos, Jesús no contestó nada.
―¿No oyes lo que declaran contra ti? —le dijo Pilato.
Pero Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro.
Los líderes judíos querían a Jesús muerto y querían que los romanos hicieran su trabajo sucio. Sin embargo, a pesar de la injusticia del juicio y de las consecuencias letales de un veredicto de culpabilidad, Jesús no quiso defenderse. Como Isaías profetizó siglos antes de este momento: ‘Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; como oveja enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca.’ (Isaías 53:7 NVI CST)
Señor Jesús: me introduzco en esta historia y me imagino de pie, a tu lado, delante de tus acusadores. Me uno a ti en tu silencio; cierro mi boca y acallo mi mente…
Hoy, uno de cada siete cristianos son perseguidos alrededor del mundo. La organización Puertas Abiertas informa que el año pasado casi 6000 de mis hermanos y hermanas fueron asesinados por su fe.*
Jesús: oro por mis hermanos y hermanas. Renueva su fuerza y recuérdales que siguen a un Salvador que ve y entiende su sufrimiento.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más…
Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y este le preguntó:
Mateo 27:11-14 (NVI CST)
―¿Eres tú el rey de los judíos?
―Tú lo dices —respondió Jesús.
Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos, Jesús no contestó nada.
―¿No oyes lo que declaran contra ti? —le dijo Pilato.
Pero Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro.
Jesús se resignó a perder esta prueba porque su atención estaba puesta en una lucha mucho mayor. Permitió voluntariamente que los acontecimientos se desarrollaran, renunciando a la batalla por su vida, todo para poder ganar la guerra por el mundo.
Jesús: tu abnegación me asombra. En cualquier momento podrías haber detenido tu ejecución, pero elegiste dar todo lo que tenías, incluso tu vida, para salvarme. Enséñame a derribar mi propio egoísmo. Quiero dar hoy un poco más de mí misma por ti.
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama, dice en 1 Juan:
…Tengo un sacerdote-amigo en la presencia del Padre: Jesucristo, el justo Jesús. Cuando sirvió como sacrificio por mis pecados, resolvió el problema del pecado para siempre, no sólo el mío, sino el de todo el mundo.
Adaptado en primera persona de 1 Juan 2:1b-2 (MSG)
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtico contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
*https://www.puertasabiertas.org
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