Oración 24-7
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Parte 10 de 46
Hoy es sábado, 12 de marzo y esta semana hemos estado meditando en La Pasión de Jesús; Sus últimos días en Jerusalén antes de su muerte y resurrección, según lo narra el libro de Mateo.
Ahora, al iniciar mi tiempo de oración, hago una pausa para estar quieta; para respirar lentamente, para re-centrar mis sentidos, que se encuentran dispersos, delante de la presencia de Dios.
Jesús, Tú eres el camino, la verdad y la vida. A través de esta época de Cuaresma, mientras medito en tu Santa Pasión, que mi amor sea reavivado, para que pueda vivir sacrificada y enteramente para Ti.
Hoy escojo regocijarme en la hospitalidad de Dios, uniéndome a la alabanza ancestral de todo el pueblo de Dios en las palabras del Salmo 36…
¡Qué precioso es tu amor inagotable, oh Dios!
Salmo 36:7-9 (NTV)
Todos los seres humanos encuentran refugio
a la sombra de tus alas.
Los alimentas con la abundancia de tu propia casa
y les permites beber del río de tus delicias.
Pues tú eres la fuente de vida,
la luz con la que vemos.
Es hora de La Pascua: la fiesta judía que celebra la liberación histórica del pueblo de Dios, una liberación que incluye el sacrificio de un cordero…
El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
Mateo 26:17-19 (NVI CST)
―¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para que comas la Pascua?
Él les respondió que fueran a la ciudad, a la casa de cierto hombre, y le dijeran: «El Maestro dice: “Mi tiempo está cerca. Voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». Los discípulos hicieron entonces como Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
Me encanta lo descarado que es Jesús en este caso, lo seguro que está de que será recibido con hospitalidad. El problema de invitar a Jesús a tu casa es que a menudo trae a sus amigos.
Jesús: amplia mi disposición y mi capacidad para recibirte en mi casa, en mi espacio personal, aunque traigas a tus amigos contigo. Tú honras mi hogar con tu presencia. Ven, Señor Jesús.
Dios: te pido por el pueblo judío en todo el mundo que celebra La Pascua. Mientras cuentan la historia de tu bondad para con ellos como pueblo, mientras reflexionan sobre el cordero que fue sacrificado en su nombre, que sus hogares y sus corazones se abran a ti, Jesús, Mesías, Cordero de Dios.
Al volver al pasaje, abro mis oídos para escuchar tu Palabra, y mi corazón para rendirme a tu voluntad una vez más.
El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
Mateo 26:17-19 (NVI CST)
―¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para que comas la Pascua?
Él les respondió que fueran a la ciudad, a la casa de cierto hombre, y le dijeran: «El Maestro dice: “Mi tiempo está cerca. Voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». Los discípulos hicieron entonces como Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
“Mi hora señalada está cerca”, dice Jesús. Ha estado esperando esto, preparándose a sí mismo y a sus seguidores, caminando y trabajando hacia este momento. Pero justo antes de cruzar el abismo hacia la oscuridad del juicio, la tortura y la crucifixión, quiere disfrutar de una última comida con sus amigos.
Jesús: ayúdame a ser consciente de los tiempos señalados en mi vida, ya sean tiempos de celebración o de desafío. Me someto a tu tiempo y a tus propósitos y me siento reconfortada por tu amistad.
Y ahora, mientras me preparo para llevar este tiempo de oración al día que tengo por delante, el Señor, que me ama dice en Apocalipsis 3:
Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.
Apocalipsis 3:20 (NVI CST)
Padre, ayúdame a vivir este día al máximo, siendo auténtica contigo en todo.
Jesús, ayúdame a darme a los demás, siendo amable con toda la gente con la que me encuentre.
Espíritu, ayúdame a amar a la gente que se encuentra perdida, proclamando a Cristo en todo lo que digo y hago.
Amén.
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